Una vez en la puerta llamamos
al telefonillo.
En la puerta del convento
esta cruz Tau con estas bonitas letras…lastima que algún pirado la quemara.
Justo al lado está la iglesia
que en cuanto nos atendieran iríamos a visitar….Por fin salio una señora, se
llamaba Morena y nos dijo los precios, le comentamos que dependíamos del
resultado del médico del hospital y quedamos en llamarla en cuanto lo supiéramos.
Cartel de la iglesia.
Pequeña iglesia pero muy bonita,
lástima que con el ojo malo no veo si salen bien las fotos, esta sería la tónica,
aun así saqué bastantes… pero casi todas inservibles.
Carteles con la peregrinación
de San Francisco, también es usual verlos.
Y ¡cómo no! los ojos de buey
que están en todas las iglesias.
Desde el convento nos fuimos
a la muralla para entrar por la puerta de Florencia…esta ciudad aun conserva
parte de su muralla, como algunas ciudades de España.
Fue casualidad encontrarnos con
las mismas mujeres que nos indicaron como ir de la iglesia de San Francisco al
convento Capuchino, aquí siguieron ayudándonos, nos mandaron a una pizzería cercana
pues no habíamos comido.
Cogimos las pizzas y algunas
cosas más y nos sentamos en las mesas de la calle a comer, y como veis se acercó
a la comida este gato vagabundo….que degustó la pizza.
Después fuimos a ver la
iglesia de San Agostino y a sellar, cosa que fue imposible…las iglesias están abiertas
pero nunca hay nadie.
Interior de la iglesia de San
Agostino, destacaba por la luz interior…los tonos grises claritos y blancos dan
esa visión clara .
También es usual ver a modo
de pergamino una explicación de año de construcción y como se construyó.
En la misma calle de la
iglesia está, creo, la mejor heladería de Italia….aquí fue donde degustamos
helados de nocilla (Nuttela) y de otros muchos sabores…todos buenísimos…además
la señorita nos trato de maravilla…creo que ese día fuimos sus mejores
clientes.
Después del helado, salimos dirección
al hospital, se acercaba la hora de la segunda cura, creo que no os podríais
imaginar lo que escocían las curas hasta que hacia efecto la anestesia…mejor
que no lo sepáis nunca.
Pasar por las calles ya
conocidas es un placer, además ya sabemos el camino al hospital….y por supuesto
ya no está el mercadillo.
Cuando llegamos al hospital
estuvimos de nuevo en urgencias…hasta que llego el doctor …de ahí le
acompañamos a el otro ala del hospital y tras esperar en la sala por fin nos
llamaron, yo estaba ya en las ultimas, el dolor cada vez era mayor, pues se había
pasado el efecto de la anestesia …pero a la vez estaba pensando lo que dolería
la siguiente cura…por fin me curaron y salí
casi llorando….no se sí de dolor o de rabia, por no saber que hacer
ahora.
Después de las curas nos
dirigimos al centro, a la calle peatonal para buscar algún sitio donde pasar
las horas hasta la próxima cura.
Lo que mas me apetecía era
comerme un helado, hacia calor y teníamos que hacer tiempo hasta la próxima
cura…casi llegando a la heladería noté que la bici se iba para todos lados….había
pinchado…
Después de arreglar el
pinchazo en un banco cercano….para reponer fuerzas nos comimos otro helado...ya
dije que hoy seriamos sus mejores clientes y no me equivoqué.
Con todo listo fuimos a la
tienda de bicis pues me sonaba un ruido al pedalear, aquí vemos a María antes
de pasar el arco o puerta de Florencia…en la tienda de bicis nos trataron de
maravilla ...ellos también habían hecho el camino de Santiago, y sin embargo
nunca hicieron el de San Francisco pasando este por su pueblo.
La tarde se nos pasó volando,
entre el pinchazo, la tienda de bicis e ir a ver un convento en el centro de la
ciudad se nos echó el tiempo encima…y se acercaba la hora de la cura, por lo
que nos vamos para el hospital, a estas horas las calles comienzan atener mas
vida y ya sabemos el camino de memoria.
Llegamos a las curas y desde allí
fuimos de camino al convento, pasando antes por la farmacia a comprar los
medicamentos, las curas tenían que ser cada 3 ó 4 horas según fuera el dolor…en ese momento hacía
mucho bochorno y caían unas gotas.
La dura cuesta para subir al
convento nos puso por segunda ver a empujar la bici.
Dejamos las bicis dentro del
patio, y nos quedamos mirando todo, es curioso todos los conventos mantienen un
patio interior con este tipo de soportales…y ¡cómo no!... el pozo.
Por fin en el convento… las
vistas eran increíbles.
Un vergel de verdor, árboles
frutales, viñedos, solo salpicado con el rojo de los tejados y la torre de la
iglesia.
En esta foto podéis ver a Morena…esta
mujer era como la encargada de mantener el convento tanto en las comidas y cenas…como
en el resto de cosas…vamos que lo hacía todo.
En la parte del sótano estaba
el lavadero, donde Maria lavaba la ropa del día.
Estuvimos escurriendo la ropa
para que se secara antes, pero la duda de si llovería esta noche rondaba en nuestras
cabezas.
Tendimos la ropa, pero sin
saber que hacer pues caían algunas gotas, y el tendedero aunque tenía techo
este estaba muy alto y seguro que si llovía se mojaría todo.
Al fondo se podían ver las nubes
tormentosas acercarse, en nuestra dirección.
El convento tiene un terreno
bastante grande de su propiedad totalmente vallado…dentro parece un vergel de
todo lo que puede producir, comida, parras de vid , calabacines, tomates,
ciruelas etc.….
Aquí podéis ver el despacho de
Morena, sencillo como ella.
Llegó la hora de la cena,
esta fue todos juntos en el salón comedor del convento, el padre se apresuró
mucho en cenar pues tenía que estar dar la misa en la iglesia del convento.
Este día no era un día
cualquiera, con todo lo que me había pasado, al final y gracias al cumpleaños
de Morena pude sonreír un poco. Le tenían preparada una sorpresa de cumpleaños
y cuando acabamos de cenar sacaron la tarta…nosotros no supimos nada hasta ese
mismo momento, de haberlo sabido le hubiésemos comprado algo….le mandaré esta
foto para que tenga el recuerdo de su
cumpleaños..
En la foto podes ver la
cantidad de cuadros que había de San Francisco de Asís y de otros franciscanos.
Después nos despedimos de
todos y nos fuimos a nuestra habitación.
Ya en la habitación María y
yo nos preguntábamos que hacer, sin encontrar respuestas, así estaban las
cosas, en el hospital me dijeron que si me dolía que mañana acudiera a curas, pero
claro eso suponía estar otro día mas en Sansepolcro, y no es que estuviéramos
mal, pero teníamos que tomar una decisión… seguir o regresar a La Verna….mi cabeza era todo confusión,
a veces sí… a veces no…Al final le dije a María que ahora no era momento de
pensar que hacer…era momento de descansar y dependiendo de cómo pasara la noche
y como amaneciera …nos quedaríamos para las curas o seguiríamos….pero mis
miedos eran si vería lo suficiente para seguir el camino.
Pero aun faltaba una alegría,
sonó el móvil y eran Fulvia y Lucca para preguntarme como tenía el ojo…que lástima
no compartir mas días con estos dos grandes amigos peregrinos.
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